viernes, 8 de octubre de 2010
Antología de Poemas del Mar
martes, 28 de julio de 2009
Escribir el mar, por Juan Cameron
Prólogo del poeta de Valparaíso, Juan Cameron, a la Antología "El Mar de los poetas", próxima a aparecer bajo el sello de Ediciones Calíope.
En tal sentido el mar se torna en ese mundo otro, distante aunque siempre presente, que va junto a nosotros como ese valor opuesto justificado en el reflejo que nos da razón y existencia. El mar es un querer ser, un permanente imaginario percibido en la piel a cada instante. Por obra del recuerdo o de la palabra ha sido destinado a construir, en definitiva, un texto para acunarlo en toda su intensidad. Pero no lo poseemos, ni siquiera somos parte de aquel. A su lado, por un breve instante se nos entrega para cargarnos después con su infinita nostalgia; nada más.
Doce autores responden por su vinculación hacia este elemento en el presente trabajo. Julio Silva lo habita en el recuerdo junto a las imágenes de la infancia y sus primeras lecturas: “la mar gritaba mi madre, el mar mi padre,/mira Julio es el mar, nunca habías venido,/ la arena y los niños corriendo mojados,/ construyendo figuras, escapando al agua fría”. Es el mar de los pobres, es el balneario de Cartagena en los años 80 con sus pobres residenciales el que más tarde, en tierras lejanas, le acompaña como una imagen permanente: “Veía a Chile desde lejos y siempre,/ en todos los recuerdos estaba el mar”.
Gabriel Impaglione, el poeta argentino natural de Morón –ese hermoso lugar unido al Gran Buenos Aires en dirección al Santuario de Luján- refleja en sus textos el brillo de la superficie cuando esta esconde un mundo cargado de plata refulgente en sus profundidades: “El mar es una cinta que brilla en tu pelo” canta a su capitana, y de allí extrae la fuente de nácar, imagen de cuanto es valioso y resplandeciente a la vez.
El poeta Raúl Ocaranza, natural de Copiapó y crecido en Puerto Viejo, une mar y poesía en tanto forma y como expresión de sentimiento. La imagen de la amada es como el mar, cuando no es el mar mismo: “Tus ojos los pinto/ con el brillo del sol/ en el agua”, declara; y luego: “mi mar es una mujer/ enamorada/ que me abraza con olas/ y me desea con marejadas”. En cambio Marcelo Valdés, “poeta del mar sin casa en la playa ni lancha a motor”, como se presenta, es el fonema y la aliteración, y también el registro de una mítica Cartagena o de los asesinados por la dictadura su más estrecho vínculo. Pero el paso de la memoria es fantasmal, descubre; “y por tanto,/ y debido a todo lo anterior,/ sólo queda remar”, nos dice.
Y hay poetas que intentan habitar ese mundo; o lo desean. Para María Francisca Rivera tanto el mar como la costa integran el escenario sobre el cual ella se desplaza en una suerte de vuelo intuida por Bachelard en El aire y los sueños. El impulso amoroso la conduce entonces y “confundiéndose con el mar/ en el horizonte/ pasan cuatro caballos (…) se dibuja el quinto a distancia”. Michelle Valencia, por su parte se enfrenta a éste como a un poder superior que determina su mundo. Protegida en su refugio del insondable mar, nos dice, va hacia aquel sin embargo en busca de la entidad ausente: “me di un baño en el océano atlántico/ en la orilla de una playa desierta (…) y embriagada en sus suaves olas/ me fundí en sus aguas quietas”. Y la mexicana Zullette Andrade, para quien bucear y escribir nacen de una misma fuente, ve en los niños a quien ella enseña como maestra, como los habitantes de ese vasto océano “viviendo en palacios de papel/ y barquitos de periódicos”.
Curiosamente Juan Pablo Núñez, quien confiesa su negativa a leer poesía, declara también la intención de nadar una vez más en esas aguas para escribir, pues este es su único oficio: “¿Alguna vez les dije/ cómo terminará mi vida?/ Será en el mar de mis sueños,/ y así será”. Compromiso que en Mario Aguilar cobra vigencia histórica y oficia de testimonio: “Porque entre los abismos fantasmales del mar/ el mar como sarcófago y tumba/ se hallaban los rieles del tren/ que ataban los cuerpos de Marta y de Marcela”. Para Aguilar se trata de una entidad mayor donde yace el pasado, el presente y el futuro tanto de la historia personal como de la patria.
Pero este habitar cobra sentido en el poeta mexicano Mario Jaime, para quien nereidas y anémonas integran un mundo distinto, una naturaleza propia, tal vez con un dios y un sentido cosmogónico particular. Allí junto a una larva de pez transparentada conviven gelatinas pegajosas al color, guiños demoníacos, arcos y trapecios en un amoroso embotellamiento vial de flotación. Y para René Acevedo la simbolización tiene en cambio un sentido de dolor, de efectivo naufragio cuando no de nostalgia. Como una amante ya perdida, su imagen carga con los días perdidos ocultos ya en un fondo demasiado lejano para recobrarlos: “sé que en el mar se quedaron mi vida, mi corazón y mis sueños/ y que jamás habrá otro puerto ni otra playa/ otra lancha u otro bote/ que me hagan reflotar y sentir la calma”.
La contribución literaria de Fesal Chain en estas páginas cobra fuerza y rescata la vigencia poética de lucha en un canto de amor y de reconocimiento y en el significado que el océano Pacífico conlleva para lo popular, lo nacional y lo telúrico. Su voz nos remite a Pablo de Rokha: “cuando miro la roca que estalla/ sobre mi mar de Chile/ cuando miro a los pescadores/ que vuelven de la jornada/ popular y hambrienta/ del pescado barato y mal mirado”. El mar de Chile cobra para él importancia como símbolo y necesidad vital, ese mar “esmeralda en el día y negro como un/ subterráneo antinuclear/ de noche (…) que trae un suave olor a musgo/ en su movimiento perpetuo”.
Distintas formas de enfrentar este vacío concreto y desconocido a la vez nos ofrecen estos poetas. Y en tal medida la intención primaria del realizador, nuestro poeta Fesal Chain, la de evocar en uno solo la suma de todos los mares, está desde ya cumplida. Así al menos ha de apreciarlo el lector.
viernes, 26 de diciembre de 2008
Los Rieles del Mar; Bahia Drake
x Mario Aguilar (1)
Los Rieles del mar
A los detenidos-desaparecidos que yacen en el mar
Fue en San Antonio que te esperé
Sin saber si tú serías o yo no
Pues solo sabía que algunos rieles serían
De entre todo y nunca más.
En una mañana de vapor y olas
Las gaviotas contemplaron una balsa
Que llevaba los excavadores a proa
Entre ellos un juez y también un poeta.
Y a medida que la bruma se disipaba
Las olas se separaban violentando los moluscos
Y diciendo “vamos a pescar rieles”
Los rieles del pasado y del presente.
Porque entre los abismos fantasmales del mar
El mar como sarcófago y tumba
Se hallaban los rieles del tren
Que ataban los cuerpos de Marta y de Marcela.
Muchos años atrás ellas fueron detenidas
Torturadas y vejadas no en el mar sino que en la tierra
Y sus cuerpos arrojados a ese mar celeste
Con rieles amarrados para que el mar se los tragara.
Y ahora después de treinta años siento el hastío
Y siento la añoranza de los árboles marinos
Cuando el mar se cimbra en sus hierros
Y los rieles transportan la memoria del mar a la montaña.
Rieles del mar como mariscos listeria nos
Y como corazones partidos de la almeja y el huiro
Llevan al juez y al poeta a estremecerse
Pues el caldo del mar trajo la memoria y el pasado.
¡Mar del litoral!
Guardabas secretos de la vida y la muerte
Pero no eres pánico ni hostigamiento
Aunque escupas rieles y botellas
Que contienen el pasado, la historia y la memoria.
Rieles del mar y mar de rieles
Escapen a la memoria y el pasado
Para que podamos saber y oír
Al mar de los rieles y al mar de la memoria.
Bahía Drake
En La Serena con Tamara
Bruma marina acongojada
Piratas ingleses y mujeres
En una bahía milenaria
En que escribí “tú y yo”.
Y ahí donde el ensueño del pasado
Y la añoranza del hogar y patria
De Francis Drake y sus compañeros
Te encontré silbando “Let it be!”.
Olas ruidosas y susurrantes
Caminando en la arena de la sangre
Donde recordé a Marta y Carrizales
Recordé una infancia feliz e interrumpida.
Ahí donde una medusa salió de las olas
Y encantó a la pulga de mar y los peces
Encontré y sentí como hace treinta años
La felicidad del tú y del yo.
(1)Mario Aguilar Benítez, poeta y escritor chileno.
Personalmente como editor, celebro con mucha alegría y emoción que Mario esté aquí, en este espacio, como poeta, testigo y protagonista de una época macabra de nuestra historia. Celebro su presencia como un triunfo de la vida sobre la muerte y el horror, como un acto heroico de resistencia y amor, gracias Mario por existir y estar junto a nosotros, nuestras ideas no mueren gracias a seres humanos como tú.
Ramillete de Niños
x Zullete Andrade González (1)
REMEN, REMEN
Ahí van remando mis niños pescadores
llevando el ritmo en sus brazos
uno tras otro introducen el remo
quieren ganarle siempre al viento
Cual es la prisa que tienen
que parten en dos al lago
quieren al agua beberse
tranquilos, que no se irá de su lado
todos se necesitan
agua, remo, lancha, joven
para volar por el agua
y sentir el viento en la frente
remen , remen por sus sueños
alcáncelos ya que pueden
hacerlo con sus brazos fuertes
y el corazón de por medio.
NIÑOS DE CARTÓN
Existen pequeños hechos de porcelana
delicados, con la blancura fría
que fácilmente en dos se partirían
porque están huecos como la nada.
Pero están mis niños de cartón
simples y desprotegidos
que se encuentran en el olvido
y mojado su corazón.
Viviendo en palacios de papel
y barquitos de periódico
esperando que traigan al heroico
marinero con su oropel.
Mientras que otros como ocio
traen triciclo, carritos
comen dulces, chocolates
hasta los dedos chuparse
Mientras que otros sueñan
ellos no quieren despertar
parece que nunca se quejan
Dichosos puede que sean
tal vez si les guste soñar
con una vida más plena
Mientras que no dejo de pensar
en mis niños de cartón.
¿DE QUÉ COLOR SON LOS NIÑOS?
¿De qué color son los niños?
me preguntó una vez el mío
le contesté que no tienen color
porque son niños, no crayones
pero me volvió a preguntar
porque hay negros, blancos
de piel roja y amarilla
con cabellos negros de noche
o de color de día
con ojos cual el mar
o cafés como la tierra
verdes como la hierba
o grises como el metal
quería saber que tipo de niño es
pero solamente le respondí
que no importa el color de la piel
sino el interior que hay en ti.
Que no es color lo que ves
sino una fachada que tenemos
no son colores mi pequeño
no son niños arcoiris.
Todos son iguales mi niño
nunca pienses en el color
debido a que el amor
no distingue el colorido.
Y se fue algo tranquilo
pero me quede pensando
si eso pensaran lo mismo
mis colegas adultos
que no hay color en los niños
sino amor pintado en sus rostros.
jueves, 6 de noviembre de 2008
EL VIEJO Y EL MAR
lunes, 3 de noviembre de 2008
Los balnearios y sus poetas tutelares(extracto)
por Darío Oses
para nuestro.cl
Valparaíso puerto de poetas
por Alejandro Lavquén
viernes, 10 de octubre de 2008
El mar en la voz de los poetas
Texto de archivo de Sara Vial
Aletas rotas/Pescadores de la Baja
se pudren juntas, añorando agua verde y una esfera de terror profundo
bucaneras ebrias
fumando brisas de oriente, cubriéndose con polvo las heridas
fueron hélices suavísimas
seductoras de cardúmenes brillantes
volaron sobre arrecifes amarillos y entendieron la gracia de un delfín
valientes en la noche oceánica, ciegas, esperaron un mordisco
barrieron gelatinas venenosas
se posaron en arena nebulosa
exhaustas en la ducha
dormían abrazadas a los sueños
seguras de un mañana, de otra búsqueda
contentas en corrientes, vientos, flujos y mareas
nunca creyeron en retiros secos
ya esperan la basura
tiemblan
no entienden milagros, el mar siempre corroe
y otra vez valientes afrontan la sequía
con el orgullo de haber sido
ballena, tiburón y gloria
con la sangre de un corsario
y la goma plástica enmohecida.
Pescadores de la Baja
Chingar sistemáticamente al cosmos
cuchillada tras red
anegando bahías de intestino y sangre
pensamiento cerveza
carcajada asesina
destino mercachifle
fatalidad de basura, desiertos sembrados con leche
motor de ubres
memoria de aceite
mutilada Anfititre
barrigas sin ontología
carroñeros de un mar que les desprecia.
lunes, 22 de septiembre de 2008
Fractal/El llanto de Calipso
Fractal
Tú ves sin ver
El mar como una mancha sin alma
Pero el mar
Es mar
Y dentro de cada gota un mar
Y sus enlaces covalentes son tormentas
Y sus hidrógenos sonrientes son ballenas
Y afuera de ese mar lo cubre un cielo con estrellas
Que es la superficie de otro mar
Donde navegan los cometas
Y el fondo de ese mar es un átomo acendrado
Y su fuerza de atracción es una gota y una brisa
Que despeina diosas y las calma
Y tú eres un mar
Y tu pasión un tiburón enamorado
Y tu sangre geostrófica corriente
Que confunde el mar con amar y con amado
El mar
Todo es el mar
Y el mar es todo.
El llanto de Calipso
Te di todo
Un cuerpo de diosa y un orgasmo infinito
Una gruta de mareas con aroma a vida
Las branquias del beso
El color en mis piernas
Y te vas, añorando la necia arruga de una mortal
con hedor y pechos lactados
que teje
que habita los muros
Yo soy eterna y libre
Te ofrecí la aventura
y el silencio musical de los fondos
vete
mediocre
vete
No vale la pena llorar por quién desdeña lo sublime