sábado, 30 de agosto de 2008

El mar de los poetas (1)

Georges-Michel Darricades

14-3-2008

… Las olas
corren, corren sin cesar
como si algo persiguieran,
sin alcanzarlo jamás

Manuel Magallanes Moure

“Y él, que es la misma luz,/ se reconoce culpable de la noche./ Sin embargo, al final, en el ocaso,/ al otro lado de su muerte roja,/ tiende su mano herida y acaricia/ con última piedad al cielo inmóvil.”, Así se refiere nuestro poeta surrealista Braulio Arenas al crepúsculo que avizora desde el cementerio marino del villorrio de El Totoral que da inicio al mar de los poetas.

La ruta costera que va desde El Quisco a Cartagena inunda todos nuestros sentidos de brisas marinas y la palabra se hace poesía de inmenso mar bravío. Adentrándonos a la Isla todo se respira Neruda, más adelante nos encontramos con Jonás, (Jaime Gómez Roger) el poeta de El Tabo y con Parra desde la torre-mirador de Las Cruces, para llegar después a la casa solitaria de Adolfo Couve en Cartagena donde más allá de la tierra en el fondo del mar nos abrazamos con Huidobro.

En la Isla siempre está Sergio, nuestro orfebre en la plaza del poeta, entre los pinos, junto a Jorge el cantor de la poesía y las leyendas del litoral. Junto a ellos no dejamos de escuchar el rumor lejano del dueño de casa: “Aquí en la isla/ el mar/ y cuánto mar/ se sale de sí mismo/ a cada rato,” y más adelante: “Padre mar, ya sabemos/ como te llamas, todas/ las gaviotas se reparten/ tu nombre en las arenas.”, para terminar, cuando los hombres hallamos solucionado todos los problemas: “Todo lo arreglaremos/ poco a poco:/ te obligaremos,/ mar,/ te obligaremos, tierra,/ a hacer milagros,/ porque en nosotros mismos,/ en la lucha,/ está el pez, está el pan,/ está el milagro.”

Y llegamos al mar indómito de El Tabo, donde está Jonás “entre el silencio y la lluvia”, y su revista Alta Marea con la fuerza de las olas, y su casa, su hogar que palpita como las algas. Un día a la vuelta del camino, casi a última hora me hizo un regalo, me dio un consejo: “Se llamó Federico./ Hoy viene a visitarme./ Me da consejos sanos:/ Sangre que busca por mil caminos muertos...”

Más al sur, Las Cruces, y Parra. Se canta al mar: “Cuando mi padre me cogió de un brazo/ Y volviendo los ojos a la blanca/ Libre y eterna espuma que a lo lejos/ Hacia un país sin nombre navegaba, como quien reza una oración me dijo/ Con voz que tengo en el oído intacta: “Este es, muchacho el mar,/ El mar que baña de cristal la patria.”

“Abajo, a distancia, el mar, Cartagena”, decía Couve en las primeras líneas de su obra póstuma y la obsesión de torcer por otros rumbos el final de La Comedia del Arte. ¿Tú crees que no es difícil para mi estar aquí solo?. A veces también hay miedo y no escuchas el mar, decía en una de sus últimas conversaciones, él un narrador que sin embargo estuvo por alcanzar la perfección del lenguaje que lo llevó a rozar que es mejor que tocar, tal como decía, la poesía.

Y siempre en la más que centenaria Cartagena, el rumor de las olas se escucha en la tumba de Vicente Huidobro: “Abrid esta tumba: al fondo de esta tumba se ve el mar.”

En esta tierra que el amó para siempre el poeta construyó su magistral Monumento al mar: “He aquí el mar/ El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades/ Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres.”

Lo increpa: “Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar.”

Y al final, melancólico y como un presagio: “De una ola a la otra hay el tiempo de la vida/ De sus olas a mis ojos la distancia de la muerte.”

En nuestra casa de El Quisco en invierno junto al fuego que consume los troncos en la chimenea, miramos las llamas que jamás se repiten en su forma y crepitar, al igual que las olas del mar poético que sentimos cantar incesante.

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Manuel Magallanes Moure: Jamás, en La casa junto al mar.
Braulio Arenas: Pequeña meditación al atardecer en un cementerio junto al mar.
Pablo Neruda: Oda al mar, en Odas elementales.
Jaime Gómez Rogers, “Jonás”: Diccionario Cabal, Entre el silencio y la lluvia.
Nicanor Parra: Se canta al mar.
Vicente Huidobro: Monumento al mar.
Adolfo Couve: Referencia a La Comedia del Arte, Cuando pienso en mi falta de cabeza.





(1) Artículo del sitio web de AVANCE Centro de Estudios Sociales

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