lunes, 1 de septiembre de 2008

De Explicaciones con mar y otros elementos, Trento, 2007

Gabriel Impaglione (1)


De las criaturas marinas
el rumor sin fin, bramido a veces, ondulaciones
que estiran el trazo perpendicular de la luna.

Cómo es la vía láctea a través de la piel oceánica?
Orión es una cinta de nácar a la deriva?

De las criaturas marinas,
de sus manos de secreta música
viene a las orillas la dulce artesanía.

Pequeñas esculturas de venus abisales,
torsos de gobernantes de los acantilados,
vasijas de vino coral, proas rotas,
sombreros de cultivadores de plactom,
talladas astillas de fabulosas carrozas nupciales.

Dónde el diminuto museo del vaivén de las olas?

Las cartografías del lecho oculto?
Las olas gigantes que abaten las costas
son marchas ecologistas?

De las criaturas marinas el canto impregnado
en los cuencos de la piedra.

Las ciudades del salitre que se extienden en la arena,
los ecos de las fosforecencias
tejiendo su red de luz azul.

Dónde se construyen las corazas de los peces guerreros?

Qué ramo de corales las novias de las profundidades?
Quién forja el metal del pez espada?

De las criaturas marinas
la rosa del coro de los vientos,
destinos terrestres nacidos del vientre de las mareas.

Las estrellas de mar brillan como constelaciones?

El crepúsculo es la polvareda de fuego
que alzan los caballos de mar en su galope?

El pez cartero distribuye botellas de isla en isla?

Quién hila plata y teje redes
que palpitan en la superficie?

Supe que de los cañones vencidos
hacen túneles del horror
y con todos los naufragios han alzado
la gran ciudad de la melancolía.

De ellas el latido
que estremece el tiempo en altamar

En altoamor
donde tus ojos, oro infinito,
besan los confines de mi silencio.


A los pescadores de Reta

Fue tarde entonces cuando estrené los brazos.
Cuando recibí barba y bandera
las orillas estiraban
su soliloquio entre los pájaros
y no había sino huecos espumosos
en el lugar donde se multiplicaron las barcazas.
Quién sabe dónde las redes,
en qué graves mareas se hundieron los oficios.
Llegaban cegando la luz horizontal
del crepúsculo
cargados de plata refulgente,
agotados y sonrientes bajo sus sombreros.
Victoriosos burladores de arcanos marinos
llegaban a la costa montando las rompientes,
blandiendo sus puños mordidos por las cuerdas.
Allí latían revelaciones de ultramar,
se narraba la gran ciudad del agua y el salitre,
comenzaba la contabilidad pieza por pieza
de mano en mano, centavo a centavo.
Se le cantaba al cardumen como al sol o al aire.
Llegué tarde al vértigo del oleaje,
al perfume exacto de la rosa de los vientos.
Allí, de pie, en otro siglo de huellas descalzas
tan sólo un roído barco hundido en la arena
y lejos la estela de los pesqueros invisibles
sobre cuya ruta aún trazan su círculo las gaviotas.
De vez en cuando un viejo pescador emerje
vestido de algas, de peces de relámpago,
y desata los nudos marineros de los vientos
mientras un niño, calladamente alegre
rompe el límite del agua con la risa.



(1) Gabriel Impaglione, poeta argentino, fotógrafo, periodista y Editor de la connotada Revista de poesía Isla Negra. Nació en Morón, Buenos Aires, en enero de 1958. Reside en Italia.

No hay comentarios: