domingo, 7 de septiembre de 2008

Todavía agua y otros poemas

Hector Alfaro Jofré


todavía agua

la vida no sabe como nacer
como suavisar las esquinas rotas
agua y relámpagos asombrados
todavía no han parido dolor
sólo hay entusiasmo en las aguas
y fatiga en la luz microscópica
virada por la espera desolada
las rocas, dureza contrita,
aun no han sido demolidas
hay ansias de vuelo en ellas
solas desintegran el amor marino
amor que azota el lado
tibio de las sombras
y dice azote cuando es una caricia
aquí se acomodará
la vida de agua
cables elásticos
que el mar parirá
aquí aprenderán a nadar
a embriagarse de agua
danza de siglos
rocas sollozantes
inventan el amor
corpúsculos escapados
de la paciente humedad triturada
amor futuro
ojos tristes
luz intencional
piel que aun no se ha secado
que aun no tiembla en el miedo
que no crece con la caricia
todavía aguarda el quiebre
todavía agua y sed
relámpagos ciegos
verán la luz de la vida.


un día de enero

un día de enero me retiene junto al mar
sol y espuma de medusas maduras
desprendidas de este mar viajero
este mar alcohólico que extravía sus criaturas
en ojos rasgados mientras pájaros de incognito
se alejan en abrumadas esquirlas de piel y plumas
prolongando el aire en un batir de dudas
hasta desaparecer en un paraiso tan escueto
que no caben las esperanzas
y deben plegar las alas y esperar
a que salgan las alegrías blancas
y el sonido que destroza el paraiso
estalle con el sudor marino
todos vamos al despeñadero
una quimera de piernas débiles
vamos al norte tan al norte que ya es el sur
vamos con un desperdicio de temores,
una bandada de estupor y algo más
con nosotros vuelan hombres oscuros, heridos,
ensangrentados hombres van
sobre las espaldas del aire van
eludiendo árboles alados van
eludiendo fusiles mercenarios sangre expandida viene volando
azul sale volando
desprendido del mar vuela azul
amarillo vuela como sol castrado
tropieza con nubes de acero repujado
cielo volado
lo oigo desprenderse, lo escucho en mi garganta
se desnuda la tierra abrasada y desgarrada
por este sol de helio mojado de ruptura
algo alucinante este planeta
que se muere sin sol
que se ahoga en sus escrementos
que envejece en bolsillos pantagruélicos
campanadas cada ocho horas arengan
el adios del sol
una mancha muy larga que cae sobre cascos guerreros
sobre rostros demacrados también cae
tan larga mancha invade el territorio
de las pesadillas que deshacen la forma
de las hadas y bufones palaciegos
y muere en la curva de mi universo
últimos latidos de este sol engorroso y lento .


un sayo de antigua desolación

el mar necesitó del tiempo
para cerrar las heridas
descalabrado por la huida
de gotas salpicadas.
el mar blanco lamió
los esqueletos acusadores,
las gotas contritas lamió,
encapsuladas en el aire subieron
gotas, soledad que
superó el espíritu marino
fragancia en ojos tristes
espíritu marino
sudor ambiguo
que amó las rocas
estrelló allí sus gemidos
cuando la tarde regresó al mediodía
abierto en llagas,
el mediodía
una espera en caminos cercados
por estas aguas machacadas.
parece que el espíritu
acabará por fraguar en ojos tristes
y ya no escapará
con los últimos rayos de luz
esa luz que se desintegra
como un sayo de antigua desolación.
fragua también el peso
de los acontecimientos
concluye el diálogo
que, sin embargo, se entretiene
con el viento que empuja
(poco más sabe hacer)
y con las olas, pulso del deseo
que fatiga
impaciencia y azote
suave mordedura en senos
blancos y helados
barro púbico
en cuya desnudes me baño
limpio mis cenizas
y rasgo mi dentadura
en la maleza de tu adiós.


el sonido de la ausencia

! oh mar !
tienes lo mejor
en el sonido de la ausencia
guardado en caracolas
de brillo empedernido
sonido
la oreja del sonido
aferró la música del roce
que el placer adelgazó,
elevó y trasladó al oído
olas chocando sonido,
aira irascible sonido,
peces sudorosos sonido
clamando por serena soledad
ofuscados y ansiosos de sol
que este mar no puede darles
sólo hay miedo y sonido
una herida perpetua,
caminos que se esfuman
antes que alguien
se acostumbre a ellos,
antes que el ritmo de las aletas
acune el hábito.


el aliento largo

me detengo en algún lugar
entre mi mar y vuestra cordillera
pero habeis robado
mis algas, mis peces,
las conchas que esgrimieron
el aliento largo
inútil defensa.
todo os lo llavasteis
penetrais hasta mis aguas
inundadas de sales estropeadas
pero aun con afiladas garras,
deshabitadas garras que construyen
mis sueños, mis bóvedas
espacios marginales inadecuados
para industrias de salario tan escaso
que duelen los parietales
y se traban los maxilares
pero entran redondas golosinas
en silencioso cabalgar
! oh traición !
hasta llegar a mis huesos famélicos
y destrozar la rigidez necesaria
oxidadas memorias del ser profundo
en tranquila espera del olvido.

(1) Héctor Alfaro Jofré, poeta chileno muy prolífico y aún inédito. Nació en La Serena el año 1935. Estudió Pedagogía en Biología y Química en la Facultad de Ciencias del Instituto Pedagógico de la U. de Chile, en el cual se tituló en 1962. Se Doctoró en Química en la prestigiosa Universidad Carolina de Praga en la antigua Checoeslovaquia en 1966.

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